Este pastel tiene historia detrás, como casi todo lo que cocino.
La verdad es que hacía muchos años que no me metía en faena para hacerlo, pero la semana pasada lo utilicé como chantaje para que un amigo me instalara un televisor, la verdad es que el chantaje causó efecto y raudo y veloz se puso manos a la obra para obtener la recompensa.
La receta me la pasó mi suegra, os tengo que decir que cocina también muy bien, una cocina diferente de la que estoy acostumbrada, pues es oriunda de Uruguay, y me ha pasado recetas muy ricas, como la pascualina, un pastel de espinacas con huevo duro también exquisito, a ver cuando me animo y lo hago.
Los ingredientes son muy sencillos:
Para la masa:
- 250 gr de harina para pizza.
- 150 ml de agua templada.
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva.
- Sal
Ingredientes para el relleno:
- 4 cebollas grandes
- 200 gr de queso emmental rallado.
- 2 huevos medianos.
- 250 ml de leche.
- Pimienta negra.
- Aceite de oliva.
- Sal.
Voy a por la preparación de la masa, en un bol ponemos la harina mezclada con las sal.
Hacemos un espacio en el centro y le ponemos el aceite y el agua templada.
Lo mezclamos todo hasta que nos quede una masa que se despegue totalmente del bol (si hace falta se le puede añadir un poco más de harina hasta que quede la consistencia adecuada).
La tapamos con un trapo y dejamos reposar a temperatura ambiente durante una hora (veréis que se duplica su tamaño).
Antes de continuar con la receta deciros que esta masa yo la utilizo mucho para varias recetas, por supuesto para las pizzas, y también para la Coca de Vidre, es un postre muy tradicional en Cataluña y que también os pasaré la receta cuando la haga, os aseguro que es delicioso y sencillisimo.
Venga que sigo (si es que me enrollo como una persiana).
Como tenemos una hora de reposo de la masa, es el momento adecuado para empezar a hacer el relleno.
Partimos la cebolla en juliana, y la ponemos a freír a fuego lento (muy lento) con un poco de aceite.
Tenemos que conseguir que quede muy pochada.
Una vez la tenemos pochada la retiramos del fuego, inmediatamente (para aprovechar el calor de la cebolla), le ponemos la leche, los huevos (previamente batidos), el queso emmental, la sal y la pimienta (al gusto), y lo mezclamos hasta que el queso se haya fundido completamente.
Una vez la tenemos pochada la retiramos del fuego, inmediatamente (para aprovechar el calor de la cebolla), le ponemos la leche, los huevos (previamente batidos), el queso emmental, la sal y la pimienta (al gusto), y lo mezclamos hasta que el queso se haya fundido completamente.
Llega el momento de estirar la masa (momento también de poner precalentar el horno a 180º arriba y abajo).
Ponemos harina en la superficie de trabajo (básicamente para que no se nos quede pegada), y volvemos a trabajar un poco la masa. Con un rodillo la estiramos muy muy fina (es que mi marido no soporta las masas demasiado gruesas, en caso de que queráis una masa más gorda tendréis que incrementar los ingredientes de forma proporcional), el tamaño tiene que ser el necesario para cubrir la bandeja del horno.
Ponemos aceite en la bandeja, repartiéndolo para que quede toda cubierta.
Enrollamos la masa en el rodillo y la colocamos en la bandeja.
Vertimos el relleno y lo repartimos bien por toda la superficie.
La ponemos en el horno.
Aquí he cometido un fallo, no anoté el tiempo que la tuve, pero deciros que la masa al ser tan fina se hace enseguida, con lo cual la saqué cuando vi que estaba bien doradita, como en la foto.
No me digáis que no tiene buena pinta.
Por supuesto si no os gusta la cebolla no encontraréis ningún interés, pero que le vamos a hacer.
Ahhhhhhhhhhhh, se me olvidaba, aquí tenéis a mi amigo con cara de "Me la voy a comer yo solito ñam...."
Espero que os haya gustado, buen provecho.
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Un beso enorme a todas/os.
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